Método de la cartografía como escritura autónoma de la ciudad
RAMOS, G. T. Método de la cartografía como escritura autónoma de la ciudad. Artigo apresentado no II Congreso Latinoamericano de Teoría Social y Teoría Política: “Horizontes y dilemas del pensamiento contemporáneo en el sur global, Buenos Aires, 2 al 4 de Agosto de 2017. MESA 24 – De Proudhon a Deleuze. Prácticas y teorías anarquistas.
Gabriel T. Ramos
Resumen: Esta investigación intenta discutir el método de la cartografía propuesta por Deleuze y Guattari (1996) como una escritura autónoma de la ciudad a través de lecturas de investigadores del campo de la psicología. Acompañando el pensamiento de los biólogos Maturana y Varela (1990:21), creemos que "todo acto de conocer trae un mundo a las manos (...) todo hacer es conocer, todo conocer es hacer". Así, si pensamos en esta afirmación unida a la producción de conocimiento sobre de la ciudad, afirmamos una disputa constante e interminable sobre quien la produce y lo que se produce en términos de narrativas sobre ellas. Por lo tanto, considerando la afirmación anterior de que el "acto de conocer trae un mundo a las manos", podemos incorporar la noción de "relaciones de poder" de Foucault (1989), intentando ampliarla desde las propias pistas dejadas por el autor sobre no existir un poder en si mismo, pero que sí existen relaciones que lo envuelven. De esa manera, con Deleuze y Guattari, podemos pensar en una posibilidad de escritura cartográfica que se involucra en esta disputa para que desarrollemos una autonomía política, ética y estética desde el método cartográfico propuesto por un cuerpo teórico proveniente del campo de la psicología. Palabras-clave: Cartografía. Método. Deleuze y Guattari. Ciudad. Autonomía.
Introducción
Esta escritura deriva de reflexiones, cuestiones y estudios de nuestra investigación de doctorado, que comprender la producción generada por agentes y sujetos situados en el Arte-Activismo de Latinoamérica acerca de cartografías críticas participativas sobre los territorios urbanos.
Ubicamos nuestra escritura, específicamente, en esta región de discusión para señalar como algunos métodos de hacer estas narrativas desafían la actual producción del territorio urbano contemporáneo de Latinoamérica. Este, por su vez, es producido por belicosos e intensos aparatos neoliberales a investir en la homogeneización y pulverización de la experiencia urbana, por dispositivos que intentan borrar conflictos y disensos. Así, como intentaremos presentar a lo largo del texto, con recortes debidamente especificados, nuestra escritura ocurre amalgamada en tramas que necesitan de clara definición y desarrollo.
El primer paso es comprender la cartografía crítica como un recorte dentro del universo de la Cartografía, en interlocución con múltiples campos disciplinares, como la Arquitectura y Urbanismo, Geografía, Arte y Psicología. A continuación, analizaremos como punto siguiente la filosofía de Deleuze y Guattari apoyadas en la lectura y propuesta metodológica de algunos investigadores brasileños de la psicología. En definitiva, destacaremos como este método puede contribuir para una escritura autónoma y política de la producción del territorio urbano contemporáneo.
Mapa como objeto cultural
Habitualmente, se piensa el mapa como objeto cultural y se asume su importancia secular para los estudios cartográficos que san desarrollados en designios gráficos conteniendo informaciones y datos sobre hechos, acontecimientos y coyunturas en el espacio-tiempo. De esa forma, podemos afirmar que el mapa es parte de la Cartografía como ciencia que "organizase pari passu con el desarrollo de las relaciones capitalistas" (GIRARDI; SOARES, 2015:47, nuestra traducción) lo cual podemos referirnos como "mapa-objeto" y "cartografía-ciencia".
Si el uso de las palabras "mapa" y "cartografía", en muchas situaciones ocurre para designar el mismo procedimiento, es necesario realizar en este escrito una aclaración importante, porque ellas abordan nociones distintas. Aunque se utilizan simultáneamente en los estudios cartográficos, la cartografía se refiere al modo de hacer o a la tarea de relacionar acontecimientos, informaciones, datos, hechos y procedimientos que, por lo general, se disponen en una forma gráfica específica que es el mapa. De forma resumida, la cartografía se conforma como la contextura y el mapa como el producto por ella tejido.
De esa manera, cuando asumimos la Cartografía como espacio disciplinar, notamos el procedimiento de elaboración de los mapas ocurrir muchas veces por medio de códigos específicos que, inevitablemente, cierran su comunicación en ellos mismos. Título, escala, coordenadas geográficas, legenda, orientación, entre otros elementos, permiten manifestar un problema: son términos que componen la constelación de lo que es cualificado o no como mapa (GIRADI; SOARES, 2015), y, consecuentemente, de quien puede o no realizarlo.
Todavía, existe una tercera noción que aparece en esta discusión: el "mapeo". Como una línea de fuga, él no es constituido como término técnico de la Cartografía o de la Geografía, ni se relaciona a una forma específica de cartografiar. En verdad, es una palabra imprecisa en este panorama, utilizada sin criterio o definición específica.
Impreciso porque muchas veces es considerado sinónimo de cartografía. Hacer mapa, hacer cartografía, mapear y cartografiar son palabras que se encuentran indistintamente en la literatura geográfica. Es también usado en áreas más allá de la Geografía como sinónimo de visibilidad a un proceso de descubrimiento (...). En parte, esta indistinción entre la cartografía y el mapeo es comprendida como un esfuerzo corporativo de asimilar cualquier ámbito de producción de mapas a la cartografía, como garantía de existencia (y sobrevivencia) de la propia corporación (GIRADI; SOARES, 2015:49, nuestra traducción).
De esa forma, el mapeo tiene en sí mismo un carácter de borde y transición. Muchas veces, es precario por ubicarse en una localidad más o menos amorfa, porque tanto es utilizado para designar procesos con compromisos cartográficos verosímiles como también para hacer otros sin convenciones disciplinares, o sea, sin un lugar específico en lo cual sus procedimientos deberían ser juzgados.
Esto surge fuertemente debido a la crisis representacional que vivimos, para a la cual Frederic Jameson (1991) ha presentado la necesidad de una "estética del mapeo cognitivo". Por medio de esa estética, el autor afirma la importancia de tomar la producción cartográfica que no pretende representar el territorio, pero si disputarlo en sus discursos y prácticas. Así, esta práctica cartográfica posibilitará la visibilidad de los disensos inicialmente invisibilizados, realizando la única forma posible de hacer política, conforme propone Jacques Rancière (1996), comprendiendo, sobre todo, la propia noción de esfera pública (SPERLING, 2017).
El mapeo se apropia de los bordes de la Cartografía y se propone como una alternativa a esta disciplina, pero en esta escritura, asumimos la Cartografía como una gran franja para esta discusión. Esto ocurre porque, como en cualquier disciplina, la Cartografía es disputada por sus modos de hacer en que, mismo nosotros, provenientes de la Arquitectura y Urbanismo, presentamos esta discusión para todas las disciplinas convergentes.
Inflexiones en los modos de hacer mapas
En una especie de "mudanza territorial" advenida de los años 1980 (ACSELRAD, 2015), principalmente, cuando han sido reconocidos como territorios de pueblos tradicionales de Latinoamérica por medio del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ocurre una importante inflexión en los modos de hacer de la Cartografía (conocida como Cartografía Social). Desde entonces, la cartografía también es utilizada como herramienta en las demarcaciones y titulaciones de las tierras indígenas en Latinoamérica, constituyéndose como una "base legal para los derechos culturales, la autodeterminación y el reconocimiento de las tierras tradicionales" (OFFEN, 2009:165).
En ese contexto, esta mudanza se reflejó en los estudios cartográficos colectivos y participativos, con relevancia emancipadora significativa, por medio de los objetivos específicos de estos pueblos, utilizando nuevas estrategias para pleitear la Cartografía, aunque existan cuestiones cruciales a considerarse con este aprendizaje, como afirma Acselrad (2015:12, nuestra traducción).
(...) los mapas tienen consecuencias colaterales no intencionadas. Por su naturaleza, los mapas usan puntos y líneas para crear lugares y limites; ellos hacen estático lo que en la realidad son, frecuentemente, procesos fluidos y negociados. Así, los mapas pueden ser constitutivos de, y a lo mismo tiempo constituidos por, relaciones sociales que conectan personas a los lugares, identidades a los territorios, y, por eso, tienen el potencial de crear nuevas, y frecuentemente, perturbadoras relaciones de poder. Esto porque los mapas tanto las conforman, como las reflejan.
Para Harley (1995), crítico de esta utilización de la herramienta cartográfica participativa, es muy difícil para grupos no hegemónicos aprenderla, porque, de acuerdo con el autor, ellos jamás lograrían imprimirla adecuadamente por existir una distancia simbólica entre sus vidas y las realidades de la producida por el aparato tecnológico del mapa. Desde otra óptica, Andrews (1994 apud ACSELRAD, 2015) criticó la utilización de esta herramienta, afirmando que la técnica aplicada por estos grupos podría transformarse en instrumento para que la elite, a su modo, pueda pacificar el debate. Esto ocurre pues, al exponder en el formato de mapa diferentes aspectos de las vidas de estos sujetos, esta cartografía se convertiría en una forma de "autocrítica" (ACSELRAD, 2015), permitiendo un aplanamiento de los problemas y una amplificación de los datos e informaciones presentes en el mapa.
Otro punto a tener en cuenta es el carácter político alrededor de la utilización de los mapas por los indígenas, pues para ellos no hay diferenciación entre la forma de percibir el mundo como reflexión y lo que se presenta como realidad. En otras palabras, para los indígenas, "el mapa es el territorio" (ACSELRAD, 2015; PACHECO DE OLIVEIRA, 2013), así, existiría un proceso de retomada del territorio por medio del propio mapa.
Así, sumariamente, destacamos como importante esa inflexión en la producción de los mapas, tanto en nivel mundial con geógrafos y cartógrafos de diferentes vertientes, como Harley, Wood, Cosgrove, Crampton, Krygier, entre otros, cuanto en nivel particular, como Pacheco de Oliveira y Henri Acselrad, como en caso de Brasil. Esto cambio en la producción de las cartografías provocó importantes rebatimientos en diferentes campos disciplinares, transformando el modo de pensar y hacer mapas, desarrollando un campo importante, lo cual podemos denominar "cartografía crítica" (Crampton y Krygier, 2006). Estos modos de hacer alternativos fente a lo que se propuso como mapeo durante parte de la historiografía mundial, pasan a enfrentar y poner el mapa no más como representación, pero si como producción de realidad.
(...) las prácticas cartográficas en el arte presentan a las contracartografias o cartografías críticas, antes de todo, el cuestionamiento sobre lo que son cartografías y mapeos, para en siguiente y en lo mismo tiempo actuar por medio de la visibilización de aspectos no inclusos en la lógica común y de la experimentación de lenguajes, en articulaciones no frecuentes entre forma y contenido, produciendo “otras” producciones de espacios y también “otras” informaciones (SPERLING, 2016:87, nuestra traducción).
Aunque es difícil apuntar un origen específico, en particular, los situacionistas, entre los años 1950-60, inauguran un modo bastante contundente de producir mapas para criticar la espetacularización de la vida, proponiendo otras formas de aprehensión, representación y producción de las ciudades. Encabezados por la figura de Guy Debord, grandemente influenciados por los movimientos artísticos anteriores, en particular Dada y Surrealismo (JACQUES, 2003), los artistas produjeron una de las más importantes críticas en el campo de la elaboración de mapas pos representacional, primordialmente, al realizar la psicogeografía. Ellos utilizaban los métodos artísticos para crear situaciones y criticar el ideario moderno de las ciudades, consecuencia del predominio disciplinar del Urbanismo, como, por ejemplo, la famosa técnica de la deriva.
Las grandes ciudades son a favor de a la distracción que llamamos de deriva. La deriva es una técnica del caminar sin rumo. Ella se mezcla a la influencia del contexto. Todas las casas son bellas. La arquitectura debe tornarse apasionante. Nosotros no sabríamos incluir tipos de construcción inapreciables. El nuevo urbanismo es inseparable de las mudanzas económicas y sociales afortunadamente inevitables. Es posible de pensar que las reclamaciones revolucionarias de una época responden a la idea de que esta época tiene de la felicidad. La valorización del ocio no es un juego. Nosotros insistimos que es preciso inventarse nuevos juegos (DEBORD y FILLON, 1954 apud JACQUES, 2003:17, nuestra traducción).
Este legado de los situacionistas fue impulsado, según Crampton y Krygier (2006), por la transformación tecnológica en la década de 1980, cuando sucede una proliferación de la "arte locativa" y el "mapeo psicogeográfico". Sucintamente, el arte es parte de todo el proceso proveniente desde el Arte Conceptual, Feminista, Land Art, y actualmente por el uso de softwares de Sistemas de Información Geográfica (SIG), de internet e de Sistemas de Posicionamento Global (GPS) (MESQUITA, 2013:12).
Así, se empieza un otro punto de vista para el modo de hacer mapas, comprendiendo no solo lo que se produce en términos materiales, pero como realizar este tipo de procedimiento acompañando la construcción de la tesitura cartográfica. De esa forma, nos acercamos del método de la cartografía, no más como un producto y sí como modo de construir relaciones para comprender acontecimientos en las ciudades por quien en ellas viven.
El método de la cartografía
En los años 1980, Suely Rolnik presenta una ampliación del concepto de cartografía, proveniente de la Geografía, como constitución y producción de dibujos sobre paisajes en transformación. Para la autora, cartografía es creación y desmonte de mundos, con concepciones alimentadas principalmente por medio de los sentidos, de las más diferentes áreas de actuación (Ciencias Sociales, Artes, Arquitectura, Filosofía, Geografía y también de las propias prácticas culturales) y de la predisposición en hacer y deshacer métodos de actuación.
Para los geógrafos, la cartografía – diferente del mapa, representación de un todo estático – es un dibujo que se acompaña y se hace al mismo tiempo que los movimientos de transformación del paisaje. Paisajes psicosociales también son posibles de cartografiarse. La cartografía, en esta situación, se acompaña y se hace al mismo tiempo que el desmonte de ciertos mundos – su pierda de sentido – y la formación de otros mundos que se crean para expresar afectos contemporáneos, en los que los universos vigentes se han vuelto obsoletos (Suely Rolnik, 1989, s/p, nuestra traducción).
En una inmersión muy importante en esta propuesta, actualizada desde la escrita de Guattari con Rolnik, las "Cartografías del deseo" (1996), los dos libros de "Pistas del método de la cartografía", volúmenes 1 y 2 (2009, 2013) han sido producidos por académicos y estudiantes del Departamento de Psicología de la Universidade Federal Fluminense (Rio de Janeiro). Los libros son un proficuo documento colectivo y seguramente configurase como una importante referencia de doctorado sobre la metodología de trabajo.
En esta bibliografía, los autores indican que no es un "libro-raíz" (quizá un libro-rizoma), o sea, no es un "libro que estructurase como se fuera hacer el rastro del que abordará; que se profundiza para desvelar la esencia del que se investiga; que aborda la realidad de 'su objeto' como sí solo pudiera así represéntala" (PASSOS; KASTRUP; ESCÓSSIA, 2015:9, nuestra traducción). La propuesta de los libros consolidase por pistas dejadas por las experiencias teórico-prácticas que ensayan lo que es el método cartográfico.
Esto significa afirmar que no hay en el método una explicación detallada de cómo hacer una pesquisa de campo, por lo demás, es una das intenciones del trabajo presentar el opuesto de ello: poner la cartografía de modo complejo la caja de herramientas para instrumentalizar éticamente el investigador en proponer su propio método de investigación.
Los dos volúmenes tienen una clara divisoria entre ellos, pero son proyectos de estudio complementares y de tiempos diferentes, en que son demarcadas las pistas para la comprensión del método da cartografía por medio de dieciséis textos, sumando los dos libros, escritos por diferentes autores.
La intención de los libros no es definir el método, pero realizar una investigación de la propuesta del método que intenta estimular la práctica cartográfica. Por las pistas, son observadas diferentes discusiones, que escapan de la idea de una ejemplificación o modelo, y que demuestra la proximidad con simbologías de la vida cotidiana y de determinados contextos, así como ambiciona ayudar en la mudanza de los modos de narrar.
Considerando que objeto, sujeto y conocimiento son efectos co-emergentes del proceso de investigar, no se puede orientar la investigación por lo que se suponía saber de antemano sobre la realidad: el know what de la investigación. Inmersos en la experiencia del acto de investigar, no existiendo ninguna garantía o punto de referencia exterior a lo plano, apoyamos la investigación en su modo de hacer: el know how de la investigación. El punto de apoyo es la experiencia comprendida como un saber-hacer, o sea un saber que ocurre y emerge del modo de hacer. Tal primado de la experiencia direcciona el trabajo de la investigación del saber-hacer para lo hacer-saber, del saber en la experiencia para la experiencia del saber. Este es el “camino” metodológico (PASSOS; BARROS, 2015:17, nuestra traducción.
Hacer es conocer, conocer es hacer
Al pensar una producción de realidad por el medio de los mapas, podemos recordar una afirmación de los biólogos Maturana y Varela (1990:21), y conjuntamente apostar que "todo acto de conocer trae un mundo a las manos (...) todo hacer es conocer, todo conocer es hacer" (nuestra traducción). Así, al especular esta afirmación amalgamada a lo que se produce de conocimiento sobre las ciudades, notase que existe una disputa constante e interminable sobre quien produce y lo que se produce en términos de narrativas de las ciudades.
En la misma afirmación, si el "acto de conocer trae un mundo a las manos", incorporamos la noción de "relaciones de poder" de Foucault (1997), intentando ampliarla por medio de las propias pistas dejadas por el autor sobre no existir un poder en sí mismo, pero relaciones que lo involucran.
El poder, creo, debe analizarse como algo que circula o, mejor, como algo que sólo funciona en cadena. Nunca se localiza aquí o allá, nunca está en las manos de algunos, nunca se apropia como una riqueza o un bien. El poder funciona. El poder se ejerce en red y, en ella, los individuos no sólo circulan, sino que están siempre en situación de sufrirlo y también de ejercerlo. Nunca son el blanco inerte o consintiente del poder, siempre son sus relevos. En otras palabras, el poder transita por los individuos, no se aplica a ellos. (FOUCAULT, 1997:38).
Así, para comprender posibles relaciones de poder en la producción de narrativas sobre las ciudades, estudiamos las pistas del método cartográfico que no son apoyadas necesariamente en una disciplina específica, pero en un amalgamado campo disciplinar, nombrado por nosotros como la "Cartografía Urbana Crítica". De esa forma, acreditamos que las relaciones de poder son un complejo enmarañado que, en algunos momentos, podrían visibilizar o invisibilizar las relaciones difusas, borradas, ocultas. Por lo tanto, ensayamos un estudio de esas relaciones de poder imaginando lo que se conoce sobre ciudades ocurrir por lo medio de incontables e inacabables planos de vectores, donde diversas líneas se cruzan, se chocan, se amplifican, se centellean, se mezclan, en múltiples y continuas disputas por el conocimiento.
Ahora, notemos que este vaivén asemejase a un enmarañado por veces posible, por otras, imposible de amarrarse, se coser, atarse e desatarse los puntos y nódulos. En este sentido, cada acto de desatarse y reatarse los nódulos es una descomposición y composición de un mundo, así, cada modo de hacer es un mundo.
Apoyándonos en la filosofía de Deleuze y Guattari (2004), podemos asumir que este enmarañado es formado por líneas duras, maleables y de fuga. Las primeras son donde “todo parece medible y previsto, el principio y el final de un segmento, el paso de un segmento al otro” (p.200), donde existe el control y la normativa. Las líneas maleables ocurren incontrolablemente pues presentan "brotes y desmoronamientos en la inmanencia de un rizoma en lugar de los grandes movimientos y de los grandes cortes determinados por la transcendencia de un árbol " (p.203). De otro modo, presentan fisuras instantáneas y son de la naturaleza de una micropolítica. Las líneas de fuga son del campo de la “ruptura” y provocan mudanzas intensas y tienen el acto de la creación donde tramase algo real en que se compone un "plan de consistencia".
Así, sí cada modo de hacer-conocer es un nuevo mundo, asumimos que él será codificado y decodificado en todo momento, por medio del acto de hacer y despiezar otros mundos. Cada codificación pode ocurrir a través de múltiples narrativas de este nuevo mundo, amalgamada en intereses, relaciones, estrategias e intenciones. Aunque consideramos esta codificación, antes de volverse en algo supuestamente estático como un mapa, ocurrirá como un proceso del propio acto de tejer las líneas que componen esto mapa, constituyéndose como una pista potente alineada al método de la cartografía.
Consideraciones
Este artículo intentó presentar el método de la cartografía como una proposición de estudio para las disciplinas humanas y de la teoría social comprendiendo la necesidad de realizar investigaciones contemporáneas que se comprometan con su carácter colectivo y político, orientando una otra visión para otras formas de narrar las prácticas sociales.
Con eso, intentase relacionar los medios de hacer investigación con el cotidiano, en que ocurren apropiaciones y producciones, sobre todo comprendiendo la dimensión ética de los investigadores. Esto nos coloca en una posición de investigadores del campo urbano, en un intercambio entre autores importantes para diferentes disciplinas y un cuerpo teórico multidisciplinar actualizado a los problemas de vivir colectivamente en los espacios urbanos, en una propuesta de intersecciones de campos disciplinares, inclinándonos a utilizar de diferentes saberes y disciplinas, como las Ciencias Sociales, Filosofía, Literatura, Artes, Geografía, Psicología y, sobre todo, las culturas y prácticas cotidianas.
De esa manera, destacamos un posicionamiento ético, político y teórico que presenta la relación completamente imbricada entre la producción urbana y la vida por ella misma, como vivenciar y experimentar espacios, saberes, conocimientos, cuerpos, lugares. Así, con este texto acreditamos poder empezar los debates sobre métodos de investigación, particularmente, los que intentan comprender el mundo como producción y no solo representación. Acreditamos, con este estudio, ter alcanzado otras posibilidades de reflexión sobre la cartografía y los diferentes modos de hacerla.
Es importante considerarse, por fin, la necesidad de producir otras narrativas que conectan diferentes personas, sujetos y objetos y que producen otras conectividades en los territorios urbanos contemporáneos, por medio de nociones que son basilares para la vida pública, como mapas, espacios, experiencia y colectivo.
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